domingo, 29 de marzo de 2020

Política corrupta trae resultado trágico: comentario de ACNC

Pyongyang, 28 de marzo (ACNC) -- No se han resarcido todavía las secuelas del accidente de la planta nuclear de Fukushima de Japón, ocurrido en marzo de 2011 debido al fuerte terremoto y tsunamis.
Hace poco, Tokio Shimbun divulgó un artículo intitulado "A los 9 años desde el gran terremoto en el Este de Japón, viven todavía en refugio más de 47 mil".
Se aproxima el fin del "plazo de restauración y creación" establecido por el gobierno japonés. Pero, decenas de miles de refugiados continúan su vida en peores condiciones y crece entre ellos el número de suicidas y muertos a causa de enfermedades.
Muchos de los regresados a la tierra natal padecen del cáncer causado por los rayos radiactivos y de los graves daños por el empeoramiento de la economía y la destrucción del ambiente ecológico.
Sin embargo, el gobierno japonés trata de encubrir y aliviar el caso diciendo que "ya fueron solucionados completamente" todos los problemas y trazan el plan criminal de verter al mar las aguas altamente contaminadas de la planta nuclear.
Este hecho es un ejemplo que muestra el verdadero aspecto de la política antipopular de Japón donde los intereses del poder son más importantes que la seguridad de vida de la población.
La política corrupta engendra la realidad viciosa.
La actual sociedad japonesa sufre todo tipo de males sociales engendrados por la política reaccionaria.
Según las recientes estadísticas de la Agencia Nacional de Policía de Japón, llegaron al máximo el número de los casos de vejación a la infancia, descubiertos el año pasado por la policía, y el de sus víctimas y supera 90 mil el de niños sospechosos de maltrato, por primera vez desde 2004 en que se inició la cuenta al respecto.
Además, se incrementó por 3 años consecutivos la tasa de adolescentes suicidados mientras el número de drogadictos infantiles creció 10 veces durante 7 años.
En contraste, el foro económico mundial publicó un informe sobre la posición de mujeres situando a Japón en el 121º lugar entre 153 países, peor nivel de la historia para este país. Mientras tanto, la natalidad se quedó el año pasado la más baja en la historia de Japón.
Las cifras y hechos mencionados dejan en claro la corrupción moral del país isla que suele censurar los asuntos internos de otros hablando frecuentemente de los derechos humanos, la igualdad y el bienestar de su población.
Es natural que reinen la inmoralidad, la ley de selva, la extremada misantropía y el individualismo en el país donde niegan y tergiversan su historia de agresión del pasado, utilizan el tema de la paz mundial para realizar su ambición militarista y educan a las nuevas generaciones con el chovinismo y la omnipotencia de oro.
La población japonesa nunca podrá vivir con honra en el desolado terreno político de su país. 

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