Los participantes en la Guerra de Liberación de la Patria son la
generación más heroica de nuestra República Respetados participantes en la Guerra de Liberación de la Patria,
Veteranos de la revolución, conferenciantes y funcionarios del sector de materiales
históricos sobre la victoria en la guerra, militares del Ejército Popular, jóvenes
universitarios y estudiantes de las escuelas revolucionarias,
Queridos ciudadanos de Pyongyang,
Amado pueblo coreano,
Camaradas:
Con gran orgullo y recuerdos gratos, acogemos una vez más el 27 de julio, día de
triunfo.
Desde aquel día en que obró el milagro del siglo han transcurrido 25.203 días, pero
nuestra emoción y orgullo son infinitos como lo han sido todos los años, como si
fuera ayer el día de victoria que nos colmó de júbilo y gloria.
Camaradas:
Les doy calurosas felicitaciones por el gran aniversario del triunfo en la guerra que le
dio eterna gloria y fama a nuestra patria.
Respetados veteranos de guerra:
Les expreso mis más sinceros sentimientos de gratitud por mantenerse sanos y
salvos a pesar de la precaria situación económica del país y la crisis sanitaria que
nos azotó recientemente.
Mil gracias.
Camaradas:
En este preciso momento, el país entero recuerda a los mártires militares y
revolucionarios que dieron su juventud y vida en aras de la soberanía y el honor de
la patria, hace votos de que perpetúen su gran alma y espíritu y les rinde su más
profundo homenaje.
Muchos combatientes conocidos y desconocidos han fallecido y otros tantos
veteranos de guerra están ausentes en este lugar, pero la patria ampara en su
regazo a todos ellos que la defendieron a costa de la sangre y la vida y en este
instante pasan con nosotros esta noche gloriosa.
Con el deseo de que las orgullosas ceremonias como esta sigan repitiéndose gracias
a la longevidad de los veteranos de guerra y por encargo del Partido y el Gobierno,
rindo mi sincero tributo a los vencedores de la década de 1950 que año tras año le
han concedido al pueblo el privilegio y la infinita gloria de celebrar el triunfo en la
guerra y extiendo mis más sinceros y cordiales saludos a los veteranos y otras
personas de mérito en la guerra quienes han servido de base de la existencia y
desarrollo de nuestro Estado socialista y siguen siendo para todos nosotros el
puntal espiritual y la fuente de gran fuerza.
Igualmente, agradezco a sus familiares y otras personas benévolas que no
escatiman esfuerzos y devoción para la preservación de su salud y el confort en su
vida.
Aprovecho la ocasión para expresar mi sincero tributo a los mártires del Cuerpo de
Voluntarios del Pueblo Chino quienes derramaron copiosamente su preciosa sangre
mientras compartían la vida y el peligro de la muerte con militares y civiles coreanos
rechazando en la misma trinchera la agresión imperialista y saludo cordialmente a
sus veteranos de guerra.
Camaradas:
Entre nuestras significativas y felices fiestas nacionales, el 27 de julio es una
festividad particularmente enorgullecedora que celebra la victoria.
Para cualquier país y pueblo no hay gloria ni honor más orgullosos y
resplandecientes que vencer una guerra de la que depende su destino.
La pasada Guerra de Liberación de la Patria fue para nuestra República una
contienda de vida y muerte para defender nuestro territorio y pueblo, así como
primer enfrentamiento ensangrentado tras la segunda Guerra Mundial entre los dos
polos: el campo democrático y el imperialista.
El mero hecho de que el imperio estadounidense hubiera destinado a la guerra
coreana no solo a sus tropas sino también a colosales fuerzas de países seguidores
demuestra la fiereza y el carácter internacional de la contienda.
Para el ejército incipiente de un Estado con apenas dos años de fundado era una
carga demasiado pesada combatir con tropas agresoras yanquis, las más atroces del
mundo, y la banda de sus acólitos.
Sin embargo, tal como registra justicieramente la historia, la ambición del arrogante
imperio de anexar de un golpe a nuestro territorio y extender su esfera de influencia
tropezó ya en su primer intento con un contragolpe de poderío inaudito y una
valentía temible y al cabo de tres años de arduo bregar se frustró totalmente con la
firma del acuerdo de armisticio.
En la guerra coreana las fuerzas militares de Estados Unidos y sus aliados sufrieron
una derrota contundente.
Defendimos la dignidad, el honor y la soberanía de la República, preservamos el
ambiente favorable al desarrollo independiente del Estado y salvaguardamos la paz
de la humanidad al impedir la ejecución norteamericana de la estrategia de la
hegemonía mundial y evitar una nueva conflagración planetaria. He aquí el enorme
significado de la victoria en la Guerra de Liberación de la Patria que ocupa un lugar
importante en la historia de la nación y de guerras del mundo.
Esa victoria de haber salvaguardado fidedignamente la avanzada, punto más
candente de la lucha antiimperialista de Oriente, es la del defensor sobre el agresor,
la de la justicia y el progreso sobre la injusticia y la reacción, y la de alcance mundial
que comprobó la gran verdad de que ningún agresor, por muy poderoso y superior
que fuera, puede vencer a un ejército y pueblo resueltos a resistir a muerte.
Los artífices de ese milagro legendario son precisamente nuestros veteranos de
guerra aquí presentes y sus inolvidables e innumerables camaradas de armas.
Durante la enconada guerra los valerosos defensores de la patria alcanzaron la
inestimable gloria que es el triunfo aniquilando al enemigo en numerosas batallas
bajo la lluvia de proyectiles de fusil y cañón. La bandera de la República que
enarbolaron al frente del ataque se tiñó más con la preciosa sangre de los hijos ehijas de la Corea heroica, dándose a conocer ampliamente en todo el planeta como
símbolo de heroísmo, triunfo y justicia y eterno estandarte de la lucha
antiimperialista.
Camaradas:
Hoy el país atraviesa una situación crítica y es en momentos como este cuando
apreciamos más el temple indomable de los que enfrentaron sin titubeos la
enconada guerra que decidía la vida o la muerte, la existencia o la ruina.
Es consabido que ellos, jóvenes comunes y corrientes en los días ordinarios, fueron
dignos hijos de la nación que jamás lo fueron en la defensa de la patria.
Aquellos ingenuos trabajadores y estudiantes se enrolaron valientemente en el
ejército y con el mismo valor se enfrentaron a los agresores norteamericanos, a
partir de la confianza en su Partido y poder popular, la inquebrantable fe en el
triunfo y el ardiente deseo de defender sus derechos de dueños de un nuevo país y
protagonistas de una nueva vida.
Movidos por el amor al benévolo sistema social, la tierra natal, el centro laboral, los
padres y los hermanos y por el odio al enemigo empeñado en arrebatarles cuanto
tenían, superaron con tenacidad las duras pruebas y las dolorosas pérdidas e
infundieron pánico y desesperanza a los brutales y salvajes agresores poniendo de
manifiesto el heroísmo colectivo sin parangón.
Nuestra gran Guerra se encargó de mostrar claramente qué admirable prodigio
obran los hombres más sencillos y ordinarios cuando se alzan a muerte en defensa
de lo que es suyo.
Derramando la sangre defendieron la dignidad, el honor, la integridad territorial y la
soberanía de la patria. Y por si todo esto fuera poco, se han consagrado a ella en
toda su vida de forma invariable, desinteresada y consecuente y con rectitud, y con
su ejemplo han enseñado a las nuevas generaciones lo que es una existencia
patriótica. Estas son cualidades genuinamente humanas y rasgos nobles que
podemos encontrar únicamente en nuestros veteranos de guerra.
Sin las hazañas inmortales de los combatientes conocidos y anónimos, sin su
conciencia inmaculada y servicio abnegado, resultan inconcebibles nuestro valioso
régimen socialista y nuestro gran Estado que adquiere mayor poderío día tras día.
En efecto, ustedes son la generación más heroica que ha asentado el cimiento de la
República, inconmovible ante todas las tempestades de la historia, y paradigmas del
gran e inflexible pueblo coreano.La lealtad, la valentía y el patriotismo que han demostrado a lo largo de su
existencia repercuten en decenas de millones de coreanos. Y por llevar en sus genes
la cualidad superior nacida en la cruenta guerra de los años 1950, nuestra
revolución lleva adelante su obra generación tras generación, por cuenta propia, de
modo inflexible y sin detenerse ni retroceder un paso.
Camaradas:
Para nosotros el día de la victoria en la guerra no es simplemente una festividad
para conmemorar y evocar la saga de una época de heroísmo.
Es una oportunidad de gran valor y significación en que cobramos ánimo y coraje y
redoblamos el entusiasmo y el espíritu de combate preguntándonos si podemos
afirmar con el merecido orgullo a los artífices y testigos de la victoria más aplastante
en los años más ensangrentados que nuestra lucha actual es la continuación de esa
gran tradición.
Hoy asumimos la importante responsabilidad de colocar a la altura de la época
actual la gloria y el honor con que la generación de vencedores enalteció al Estado
hace 70 años y asegurar la continuidad de esa obra en la siguiente generación.
Nosotros también debemos trabajar infatigablemente para las generaciones
venideras como lo hizo la de vencedores en la guerra.
Potenciar la capacidad de defensa nacional encarnando al pie de la letra el espíritu
heroico puesto de manifiesto en la guerra constituye la garantía fundamental de la
protección de los intereses y el desarrollo independiente de la República.
Las pasadas circunstancias históricas de nuestra revolución que se enfrenta cara a
cara con Estados Unidos que sin ningún escrúpulo la chantajea con utilizar
artefactos nucleares desde la Guerra de Liberación de la Patria, presentaron como la
mayor prioridad situar en su debido nivel la capacidad de autodefensa de nuestro
Estado y por consiguiente cumplimos esa tarea apremiante mediante un arduo
bregar.
En casi 70 años de enconado enfrentamiento con EE.UU. nuestra República ha
salvaguardado fidedignamente el socialismo y reforzado sus potencialidades
estratégicas de autodefensa, lo cual es una victoria equivalente e incluso mayor que
la lograda en la Guerra de Liberación de la Patria.
Pero no por ello podemos detenernos donde estamos.
Estados Unidos que ha amenazado y perjudicado como nadie a nuestra nación en la
época contemporánea persiste en sus peligrosos actos de hostilidad contra nuestra
República So pretexto de fortalecer la «alianza», instiga a las autoridades surcoreanas al
enfrentamiento suicida con el Norte y por otra parte difunde a porfía el infundio de la
amenaza norteña persiguiendo la confrontación militar con nosotros.
Inventar tal infundio, atribuirle el carácter de la «autenticidad» y tomarlo como un
pretexto para presionarnos es el método habitual del imperialismo norteamericano
para la ejecución de su política.
Como siempre, en los últimos días fomenta con tenacidad la opinión pública contra
nuestra República a escala internacional, calificándola como «autora» de la
inestabilidad de la región y «Estado peligroso».
En tanto tergiversa como «provocadoras» y «amenazadoras» todas las acciones
rutinarias de nuestras fuerzas armadas, realiza a la vista de todos los simulacros
conjuntos de gran envergadura que atentan seriamente contra la seguridad de
nuestro Estado. Es una dualidad, literalmente vandálica, que irreparablemente
empuja las relaciones bilaterales al extremo y al enfrentamiento total.
Insiste en manejar la conciencia y la opinión internacionales para que tomen a
nuestro Estado como «diablo», pero esto no es más que un método usual que utiliza
para encubrir su naturaleza agresiva como perturbador de la paz mundial y
justificar su política de hostilidad a todas luces ilegítima e inmoral.
Con anterioridad dejé bien claro que a fin de garantizar la seguridad estatal
debemos estar preparados tanto para el diálogo como para el enfrentamiento y más
aún para este último.
La soberbia norteamericana no cambió ni cambia.
Tenemos que enfrentarle de forma consecuente con la ideología y con las armas.
Reafirmo una vez más que la República Popular Democrática de Corea está bien
preparada para todo tipo de enfrentamientos militares con Estados Unidos.
Si este continúa en su afán de mancillar la imagen de nuestro Estado y atentar
seriamente contra nuestra seguridad e intereses fundamentales, debe estar
dispuesto a percibir inexorablemente mayor inquietud y crisis.
Aprovechando esta ocasión, el Gobierno de nuestra República también advierte
severamente al «gobierno» conservador y otros belicistas surcoreanos que con una
anormal y excesiva ambición y confianza en sus fuerzas actúan frenéticamente y
son los fanáticos ejecutores de la política hostil de Estados Unidos contra la RPD de
Corea.
En esta noche, en este momento en que se lanzan los fuegos artificiales en honor de
la victoria en la guerra, al sur del frente a más de 250 km de distancia unos abominables fanáticos de enfrentamiento y villanos realizan diferentes acciones
militares que amenazan a nuestro Estado.
El «gobierno» conservador surcoreano que ha tomado el poder este año recurre a la
política de enfrentamiento con los compatriotas norteños, al servilismo a las
potencias y a la traición a la patria que en su atrocidad superan a los de todos sus
predecesores, llevando la situación de la Península Coreana al borde de una guerra.
Las actuales «autoridades» surcoreanas han vuelto a definir a nuestro Gobierno y
ejército como «enemigos principales» y se entregan a todas las maldades y
maniobras inapropiadas aguzando la voz y presa de pánico, en un vano intento de
encarar la situación de confrontación de los compatriotas.
Preconizan con descaro «la paz y la seguridad por medio de la fuerza» y declaran
vanidosamente que nos propinarán los «golpes anticipados» para neutralizar
nuestro disuasivo de guerra.
En estos precisos momentos se dedican febrilmente a desarrollar las armas y
robustecer su industria de defensa en un afán de redimir su inferioridad militar.
Además, intentan introducir en grandes cantidades las armas estratégicas
nucleares norteamericanas y siguen ampliando los simulacros de guerra con
distintos pretextos.
Sin embargo, últimamente se repiten con harta frecuencia sus fanfarronerías y
espectáculos vinculados a su seguridad, lo cual parte, a mi juicio, de la
incertidumbre que depara su fatalidad de tener que subsistir debajo de un Estado
poseedor de armas nucleares.
Cada cual pronuncia fanfarronerías que quizás den a entender al pueblo y le sirvan
de consuelo como seguridad confiable e inquebrantable y como fuerzas militares
avanzadas, pero a mi modo de ver no es más que una muestra de intensa cobardía y
susto.
Aunque dicen tener establecido el supuesto concepto de «tres sistemas militares tipo
surcoreano», hablan ruidosamente de los esfuerzos principales y remueven cielo y
tierra con ese objetivo, se verán forzados a aceptar como destino inevitable su
inferioridad militar y no la podrán remediar nunca y jamás.
Es un absurdo y un acto de autodestrucción muy peligroso que hablen de acciones
militares contra nuestro Estado, poseedor de armas insuperables que les provocan
el terror pánico.
Si el «gobierno» y los bandidos militares surcoreanos buscan alguna posibilidad de
enfrentarse militarmente con nosotros y se creen capaces de invalidar o destruir con el ataque preventivo una parte de nuestras fuerzas armadas valiéndose de ciertos
medios y métodos militares, ¡se equivocan y de qué manera!
Tales tentativas temerarias recibirán el castigo inmediato de una fuerza potente y el
«gobierno» de Yoon Suk Yeol y sus tropas se destruirán completamente.
El «gobierno» conservador surcoreano debe reconocer, antes de que sea tarde, que
ya en su comienzo ha sobrepasado el límite y que debe meditar profundamente
sobre el peligro que él mismo está invitando.
Recordamos con nitidez los disparates eructados por él y los shows montados por él
antes y después de acceder al poder.
Igualmente prestamos oídos a las últimas tonterías pronunciadas por los gángsteres
militares surcoreanos y observamos con atención cada una de las maniobras
militares que realizan con Estados Unidos.
No podemos contemplar por más tiempo como meros espectadores sus actos
repugnantes e irreflexivos.
Si continúan en su proceder actual, acusándonos de nuestro ejercicio de soberanía
con sus falacias vandálicas, atentando contra nuestra seguridad y agravando la
tensión militar, lo pagarán con la misma moneda.
Si no quieren que los señalen con el dedo acusador catalogándolos como «presidente
entre la espada y la pared» y «gobierno expuesto al peligro más grande», deberán
reflexionar más antes que abrir la boca, no importunarnos sin ton ni son y, mejor
aún, no hacer ningún trato con nosotros.
Camaradas:
Ahora nuestras fuerzas armadas están completamente preparadas para
contrarrestar cualquier contingencia y también la capacidad disuasiva nuclear de
nuestro Estado está totalmente lista para movilizar su absoluta fuerza con precisión
y prontitud y leal a su misión.
Afirmo que la seguridad de esta tierra, el régimen y el poder de este país defendidos
al precio de la sangre por los veteranos de guerra se garantizan plenamente por la
poderosísima capacidad de autodefensa y el espíritu indomable.
Nosotros seremos más fuertes.
Defenderemos cual bastión inexpugnable nuestro Estado, pueblo y soberanía con la
exhaustiva capacidad militar que se incrementa cada vez más y con el espíritu
inflexible contra el imperialismo, Estados Unidos, el Sur de Corea y el enemigo.La situación de nuestra revolución -cuya misión es controlar y aniquilar mejor la
persistente maquinación del enemigo para incrementar los armamentos y sus
peligrosas tentativas militares- plantea la necesidad de renovar con mayor celeridad
nuestra capacidad militar. Y con vistas a cumplir con responsabilidad esta misión
histórica, el Comité Central del Partido ha definido recientemente la tarea
relacionada con el desarrollo y la estrategia de la capacidad de defensa nacional y
orienta su exacta materialización.
Aunque la guerra es el choque inclemente entre dos fuerzas, el triunfo está siempre
a favor de la parte imbuida del amor ardiente y convicción firme. Una verdad que no
altera en las actuales batallas que requieren de la introducción total de los últimos
logros de la tecnología militar.
Nuestro Ejército Popular se centrará en todo momento a promover la superioridad
político-ideológica, fuente de su poderío e invencibilidad, y crecerá como tropas más
poderosas del mundo que demuestren su capacidad de ataque mediante el
inquebrantable espíritu revolucionario, la valentía sin par y el ímpetu indoblegable.
Aprendiendo de la generación de vencedores, todo el pueblo sabrá relacionar sus
alegrías y penas con el destino de la patria, superará con audacia las dificultades
que se interponen en el camino de avance mediante el espíritu de lealtad patriótica,
y se entregará con perseverancia a la construcción socialista.
Si logra innovaciones en los puestos de defensa y trabajo con la firme conciencia
clasista, sin olvidar ni un instante que la lucha antiimperialista y clasista es la
defensa de su propio destino y de la patria, nuestra creación y construcción
cobrarán mayor ritmo y propinarán golpes más duros al enemigo.
Nuestra generación es la de continuadores y relevos que tienen el deber de coronar
con grandes triunfos los anales de la patria heredando de forma excelente el
heroísmo de la generación de vencedores.
Nuestro Partido y Gobierno siempre concederá preferencia a preparar a millones de
jóvenes como revolucionarios fervorosos y luchadores patrióticos que continúan
firmemente las tradiciones espirituales, legado de los participantes en la Guerra de
Liberación de la Patria.
Todos los jóvenes se entregarán de lleno a la sagrada obra de defensa de la patria,
aprendiendo de los veteranos cuán valerosos deben ser en el campo de combate y
cómo defender el pabellón nacional y crearán milagros y méritos con la pasión
juvenil y el heroísmo masivo en todos los frentes de la construcción socialista,
glorificando su época como otra nueva de heroísmo.Los conferenciantes y funcionarios del sector de materiales históricos sobre la
victoria en la guerra de todo el país cumplirán con su responsabilidad y misión como
propagandistas y educadores eficientes quienes inculcan a los civiles, militares y
jóvenes las hazañas realizadas por el gran Líder y el Partido por medio de la atinada
orientación para la victoria en la guerra y el espíritu de la lucha heroica de los
defensores de la década de 1950.
Camaradas:
El tiempo pasa y todo cambia, el espíritu de la lucha heroica enlaza en un linaje a
nuestras generaciones y las integra en un conjunto con una vida inextinguible. Y
esta es la fuerza irresistible que tipifica a nuestro Estado y pueblo.
Nuestra República, heredera fidedigna de la historia y tradición de la gran victoria
en la guerra, será siempre indestructible.
Las proezas de los participantes en la Guerra de Liberación de la Patria quienes en
los años más cruciales defendieron el Estado, la nación y el porvenir, perpetúan
junto con la República eternamente próspera.
Estimados veteranos de guerra:
Como herederos del espíritu de la heroica generación de vencedores de la guerra,
lucharemos con más vigor y perseverancia y levantaremos infaliblemente un paraíso
socialista poderoso y próspero en este territorio defendido por ustedes.
Una vez más les reitero que su sola presencia nos infunde un ánimo realmente
grande.
Deseando de nuevo que se cuiden pase lo que pase, formulo mis más sinceros votos
de su buena salud y larga vida.
Camaradas:
¡Viva nuestro gran 27 de julio!
¡Viva la República Popular Democrática de Corea, nuestra gloriosa patria!